XXII. Un planeta lejano en la estrella sol
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La Tierra, un lugar maravilloso y benévolo, tanto que su principal civilización vive en la superficie, algo improbable en la mayoría de las esferas de vida.
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La Tierra, un planeta acuoso, de cielo y mar azules, cuyas noches son alumbradas por la suave luz de una luna.
Hay allí mundos dentro de mundos: insondables profundidades oceánicas donde la luz no llega; selvas inmensas, periódicamente anegadas por los ríos, donde pululan criaturas del aire, de la tierra y del agua; ciudades kilométricas basadas en una tecnología rudimentaria y destructora donde los habitantes han olvidado el instinto primario de conservación y defensa de la especie; desiertos de arena fina y dorada, cuyas noches son frías, cuyos días son ardientes; zonas cubiertas de hielo pobladas por aves y mamíferos; altas y nevadas montañas donde el aire es escaso; extensas llanuras sembradas de cereales; mares salpicados de islas, islillas y cayos...
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La Tierra, un lugar maravilloso. ¿Hasta cuando?