II. Tina y el árbol "Vamos a adornar el árbol, Tina", dice la abuela sosteniendo una caja de cartón llena de bolas y guirnaldas de colores. "¿Me ayudas?". La mujer se sube a una pequeña escalera, mientras Tina le alcanza los adornos y comenta:
Tengo deberes,
pero me gusta más poner el árbol. En ese instante, por la ventana entreabierta, entra un pájaro volando y se posa en una rama del abeto.
¡Cuidado, abuela!
Detrás de ti hay un pájaro de colorines. Pero la abuela no lo ve, porque no lleva las gafas puestas. "Será un adorno", responde. De pronto, el pájaro echa a volar por el salón, agitando las cortinas y la lámpara. "¡Un pájaro! ¡un pájaro! ¡Trae una escoba!", grita la mujer tratando de espantarlo con una guirnalda.
El pájaro, al pasar, le roza la cabeza. La abuela pierde el equilibrio, se apoya en el árbol, y éste se derrumba con ella encima. La madre de Tina acude al oír gritos y ve a la abuela caída sobre el árbol, entre un montón de guirnaldas, y un pajarillo volando dentro de casa. Tina, con cara de susto, explica lo sucedido:
Desde el jardín
un pájaro ha volado a nuestro abeto. Entonces llega el padre resoplando y entre todos levantan a la abuela, que está perfectamente, porque el árbol le ha servido de colchón.
"¡Maldito pájaro! ¡Me ha interrumpido el partido!", grita el padre, mientras pone el abeto en pie.
Concluido el desastre, el pájaro decide marcharse por donde ha venido al oír la voz de aquel hombre con cara de halcón.
Tina recoge los adornos del suelo y comienza a colgarlos otra vez sobre las ramas, mientras murmura:
La abuela, entera.
Al árbol se le ha roto sólo una rama. El padre, subido a la escalera, coloca en lo más alto una enorme estrella de purpurina, mientras la madre cierra la ventana y la abuela se toma un tazón de tila.
Al pie del abeto, Tina contempla emocionada su árbol de Navidad, que ha quedado precioso a pesar del accidente.
Mirando el árbol,
mi cara reflejada en una bola. A través de la ventana se oye cantar a un pájaro.
Susana Benet
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