VII. Manolo
Manuel Córdoba Picazo, ganador del segundo premio del concurso de haiku de la Biblioteca Universitaria de Castilla-La Mancha Hizo una apuesta con su amigo Ángel: si le ganaba al tenis, Ángel se afeitaría la barba. Si perdía, Manolo se presentaría a un concurso de haiku.
Y perdió. Manolo no había escrito un haiku en su vida, pero es una persona leal, cumplidora de sus promesas. Y se puso manos a la obra. Visitó páginas web, sacó en préstamo algunos manuales y poemarios de la biblioteca donde se convocaba el concurso, consultó con algunos haiyines. Lo intentó, lo intentó, hasta que salió esto:
Frío de invierno
Castañas en las manos No tengo prisa Un haiku que cumplía con alguna de las características más importantes del género: kigo ("frío de invierno", "castañas"), contraste (frío y calor), ausencia de metáforas, palabras cotidianas, clima, sabor a haiku... Incluso la presencia del yo (casi siempre desaconsejable) no chirría aquí.
Y el jurado (siete especialistas de la Universidad de Murcia) le concedió el segundo premio.
Manolo recibió con una emoción contenida la noticia. Estaba feliz, aunque sereno. Sonreía. Le chocaba que el primer haiku que escribía hubiese resultado premiado. Invitó a sus compañeros de trabajo a desayunar y luego, en la entrega de premios, estuvo gracioso, ocurrente y algo tímido al leer.
Tras la lectura de los tres premios y las dos menciones, degustamos unos excelentes tés endulzados con deliciosos azúcares de vainilla, naranja y fresa. Hacía sol y reinaba en la concurrencia un sentimiento de plenitud tranquila, quizá contagiados por Manolo. Le felicité con un beso y le pregunté si había enviado sólo ese haiku al concurso. "No, envié otro, mira, aquí lo llevo:"
Aves de paso
anuncian el invierno Yo sigo aquí Era el segundo haiku que escribía. Y yo me quedé de piedra al leerlo. Estupefacto, lleno de silencio. Bienvenido al haiku, amigo.
Frutos Soriano
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