XXV. Palabras de doble sentido (II) El gusto por los juegos de palabras de doble sentido lo captó Bashoo simplemente respirando el ambiente poético de su época. Precediéndole en el tiempo, destacan las figuras de Sookan (1465-1553) y Moritake (1472-1549), autores de gran libertad creativa y sentido popular; y en esta corriente se inscribió la escuela Danrin (fundada en 1604) del poeta Sooin, como precedente inmediato de Bashoo.
Pues bien, Moritake, sacerdote shintoísta de alto rango en el santuario de Ise, cuya obra escrita está en gran parte inspirada por la religión, no desdeñaba el guiño picaresco al lector que supone un juego de palabras. Elijo este haiku como muestra:
O bien: "...lleva / su sombrero de bonzo / cuando la primera lluvia invernal cae".
Métricamente, este haiku japonés es un pareado heptasilábico. La impresión que comunica el poema es la siguiente: se trata de una escena monacal, en que los monjes shintoístas, caminando al aire libre, se han visto sorprendidos por la primera lluvia de invierno. Uno de ellos, con todo, representa la excepción: es el monje precavido, que se ha cubierto con su sombrero. Los demás monjes parecen quedar así en evidencia por su descuido. Aparte de tal efecto cómico, tenemos por añadidura un juego de palabras: furu es un vocablo portador de homonimia, pues puede significar:
1) el adjetivo furu(i), es decir: viejo. Y curiosamente, si el único sombrero que se ve es una antigualla, el efecto cómico se acrecienta. Para esta opción, convendría unir en la pronunciación la palabra furu con la que la sigue: furu-eboshi.
2) el verbo furu (llover; o bien: caer la lluvia, la nieve, etc.). Para esta opción, se debe unir la palabra con la anterior a ella, resultando shigure furu ('la lluvia cae').
De ahí el doble sentido implicado, que hace imposible la concisión a la hora de traducir. El efecto es, desde luego, ingenioso. Bashoo bebió de esta corriente, como se ha expuesto en el artículo anterior.
Dos siglos y medio más tarde, el poeta José María González de Mendoza, apodado "el Abate", que nació en Sevilla (1893), pero creció y vivió en México, publicó en el semanario La Antorcha (1925) algunos "haikai con palabra pivote" -en sus palabras-, siguiendo la mencionada tradición japonesa. Citamos este ejemplo:
Ya no me ama,
desdeñoso me río, son, ¡ay!, mis lágrimas. Nuestro haijin sevillano-mexicano ha escrito un pulcro poema desde el punto de vista métrico: 5-7-5 sílabas. En el último verso se aplica la norma de que un final en palabra esdrújula equivale métricamente a un final en palabra llana. El autor usa la rima asonante entre el primer verso y el último, circunstancia que colabora a la sonoridad. La palabra-pivote es, obviamente, 'río':
1) 'río' como verbo, concretamente 'me río', de 'reírse' (y el poeta matiza, diciendo que se ríe con un aire "desdeñoso")
2) 'río' como sustantivo: mis lágrimas son un "río" por su gran afluencia, no obstante el aparente desdén antes citado.
La circunstancia es hondamente humana, y revela la doble faz trágico-cómica que todos tenemos, y que aflora en el momento más inesperado. Opino que si un juego de palabras es atinado en el contexto en que se inserta, y no se abusa del procedimiento, el haiku puede beneficiarse de todo ello. Las connotaciones semánticas de las palabras se acrecientan. Es una sugerencia más. Y como figura retórica al alcance del pueblo, cuenta con ilustres predecesores, que la dignificaron con su uso.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Universidad de Sevilla |