XXII. Apostilla al artículo "Entresijos de la traducción. Versio latina" Mi último artículo aparecido en El Rincón del Haiku lo dediqué al tema de la posible traducción latina de un haiku. Lo posible se hace realidad si contamos con los medios adecuados y nos empeñamos en ello. Recuerdo que un jesuita que en los años cincuenta del siglo anterior había participado en una Congregación General de su orden, celebrada toda ella en latín, nos contaba luego a los estudiantes de entonces que –según había comprobado en Roma- "en latín se puede decir todo lo que se quiera".
Dada la relativa intemporalidad del mundo del haiku, y su continua referencia a la naturaleza, creo que se puede mantener la idea de que cualquier haiku suele permitir ser expresado en la lengua de Horacio (menciono así a quien, para mí y para muchos, es el más alto lírico de todos los tiempos).
En mi pasado artículo, yo proponía mi versión latina de este haiku de Jesús Montero Marchena:
Cesó la lluvia,
caracoles y hormigas forman hileras. Lo traduje así:
Imber cessavit;
tum cochleae tum formicae pergunt ex ordine. Y sin mengua de mi orgullo de traductor, añadí que dicha versión estaba abierta a su propia mejora.
Y la mejora me ha venido a través de la amable colaboración del Dr. Juan Gil Fernández, Catedrático de Filología Latina en la Universidad de Sevilla. Él se ha prestado a corregir mis versiones latinas. Y aunque me ha felicitado por el conjunto, me ha aportado valiosas correcciones.
Concretamente, el haiku citado más arriba ha cambiado bastante gracias al lápiz corrector del Dr. Gil. De resultas, ha quedado así:
Pluere desiit;
et cochleae et formicae agmina ducunt. Ante todo, diré que el Dr. Gil aprueba la convención de no escribir en mayúscula la letra inicial de los haikus, ya que esto es una costumbre muy observada en la transcripción a imprenta de textos clásicos latinos.
Mi traducción ha pasado por varios cambios en sus tres versos; y sin duda ha ganado en propiedad, concisión y estética.
Primer verso: En vez de "imber cessavit" expresión más atada al texto español de origen, se nos da "pluere desiit". La noción de ‘lluvia’ pasa a formularse más dinámicamente como infinitivo verbal, que entra en perífrasis con el verbo auxiliar "desiit", algo así como ‘ha dejado de llover’, dándonos esa expresiva confrontación semántica entre una actividad de la naturaleza, "pluere", y el cese de la misma, "desiit".
Segundo verso: Aquí se prescinde del "tum" reiterado, y se consigue el mismo efecto de reiteración mediante la conjunción "et", más sencilla y menos enfática. Esto me recuerda antiguas enseñanzas recibidas en mi juventud, entre las que estaba esta afirmación:
"pueri et puellae" quiere decir ‘los niños y las niñas’; en tanto que "et pueri et puellae" quiere decir 'no sólo los niños, sino también las niñas'.
Enseñanza que, no por antigua, se debe considerar para nada caduca o "desfasada". Creo que mi verso ha ganado en naturalidad (mediante "et"), conservando cierto énfasis (mediante la reiteración).
Tercer verso: El verso de cierre, cuya elaboración latina había sido para mí todo un hallazgo y un logro, ha conseguido una formulación aún más rotunda, ahondando en la metáfora bélica. Como los militares romanos que "conducían sus legiones" en orden de batalla, así nuestros animalitos "agmina ducunt" tras la retirada que ha supuesto la lluvia para su marcha casi bélica. Una vez superada la contrariedad de la lluvia tienen más bríos para formar y conducir escuadrones, y así lo proclama la nueva versión.
Mi agradecimiento más afectuoso al Dr. Juan Gil, que atentamente (en los dos sentidos usuales de esta palabra) ha revisado mis versos, y los ha saneado.
"Ars longa, vita brevis", se ha repetido incansablemente desde que la cultura latina empezó a significar algo en el mundo. El arte está siempre ahí, incluso en las traducciones, esperándonos al paso, para dar horizonte a nuestra obra, y para hacernos más maduros a los presuntos "artífices".
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Universidad de Sevilla |