XII. Variantes en la traducción del haiku En cualquier traducción efectuada del japonés al español, o viceversa, es imposible ceñirse a lo que se ha dado en llamar "traducción literal" o "a la letra". De entrada, el idioma japonés no tiene letras, sino ideogramas y silabogramas, con lo cual incluso la consabida frase se vacía de sentido. Pero es que además el japonés tiene una sintaxis muy distinta a la del español, y esto lleva con frecuencia a invertir diametralmente el orden de palabras del texto. En ese cambio es imposible preservar cualquier pretendida "literalidad".
El quehacer poético siempre tiene su caballo de batalla en la sintaxis. Ya sabemos que el poeta Mallarmé solía decir: "Je suis un syntaxier", que equivale aproximadamente a: "Yo soy un operario de la sintaxis".
Al instaurar una relativa libertad como requisito necesario para que la traducción entre japonés y español sea viable -y con mucha más razón, tratándose de poesía-, siempre vendremos a dar en la llamada "traducción libre", cuya misma libertad suele llevar a que surjan variantes de interpretación o de expresión. Un mismo traductor no necesariamente va a traducir igual un mismo texto japonés en circunstancias distintas. Situándonos ya en el terreno del haiku, donde impera la brevedad y hay condicionamientos métricos, el resultado es análogo: surgen variantes. Y de esto tengo ya alguna experiencia. A causa de cierto descuido mío, he traducido alguna vez por duplicado un haiku, sin recordar que ya lo tenía traducido. Y han resultado versiones con variantes. Así, por ejemplo, con este haiku de Issa:
Mi primera versión (A):
El trino matinal del ruiseñor, calado por esta lluvia.
Mi segunda versión (B):
El ruiseñor: su canto matinal, empapado de lluvia. Como es obvio, hay en A y B invariantes léxicas: ruiseñor, matinal, lluvia. Pero hay asimismo variantes; respectivamente: trino/canto; calado/empapado. La sintaxis varía, así como la métrica: 7-7-5 / 5-7-7. En ambos casos he tenido que recurrir a ampliar un verso de cinco sílabas a siete; pero esta licencia afecta al primer verso en la versión A, y al último en la B. La semántica también se diversifica: en A, "calado por esta lluvia" puede afectar -como en el original de Issa- tanto al ruiseñor, como afecta, por los datos contextuales, al canto del ruiseñor.
Cuando en un proceso de traducción intervienen varias lenguas, los problemas se acrecen, y los cambios gramaticales y conceptuales hacen su aparición a escala considerable. He tenido ocasión de comprobarlo, por la circunstancia de que me llegó hace unos meses un e-mail de un haikista mexicano -desconocido para mí hasta entonces-, llamado Israel L. Balan. Me enviaba un haiku suyo, pero en versión japonesa, realizada por Ban'ya Natsuishi (Presidente de la World Haiku Association). Me aclaraba Balan que para llegar a la versión japonesa a partir de su propio haiku escrito en español, el texto había tenido que pasar antes por una versión inglesa (que no me facilitaba). Y a mí me pedía el favor de "regresarlo al castellano" (sic). El haiku es el siguiente, y venía acompañado de su transliteración en rômaji (letras latinas), tipo Hepburn:
Mi primera reacción fue acordarme de un incidente semejante que tuvo lugar en mi Facultad Hispalense de Filología, siendo yo estudiante. Algunos compañeros hicieron circular un texto por varios profesores (lectores nativos) de idiomas de la Facultad, aprovechando sus dotes bilingües, para que lo fueran traduciendo cada uno a su lengua; pero cada profesor recibía el texto en una sola lengua, la última a la que se había traducido en el proceso. Así pasó -al menos- por los profesores de Francés, Inglés, Alemán e Italiano. El resultado, después de esta cadena, había sido muy caótico, y el texto se había deformado sensiblemente.
Este recuerdo me preocupaba; pero también la posibilidad de que existieran distintos recursos léxicos, vigentes en el español de México, respecto al peninsular. Por ejemplo, "teiden" (japonés) equivale a "apagón" o a "corte de luz" en España. Pero, ¿cómo se dirá en México?, me preguntaba yo. Contesté al ya amigo Balan en los siguientes términos:
"La traducción que se me ocurre tiene dos versiones:
1) El apagón / nos ha dejado a oscuras / queda la luna 2) El apagón / nos privó de la luz / no de la luna Cada una es fiel a algunos rasgos de la versión japonesa. Con un abrazo, Fernando". Efectivamente, en 1) yo usaba los verbos "dejar" y "quedar", buenos equivalentes -respectivamente- de nokosu -usado en el japonés- y de su afín nokoru. A pesar de ello, me gustaba más 2), y tal vez por eso esta versión la enviaba en segundo lugar. Balan eligió esta última para la serie de versiones que amablemente me envió a los pocos días, desvelándome así toda la cadena de traducciones (a la que me permito añadir breves comentarios):
Como balance, diré que en este ameno y laborioso proceso, tal vez por la parquedad de elementos en juego, y la práctica sencillez del original, se ha preservado bastante bien el haiku en cuanto tal. Podemos pues hablar de "haiku", y bastante digno por cierto, en las varias muestras de esta feria literaria internacional por la que hemos paseado.
Para terminar, se me ocurre otra versión, más coloquial:
Se fue la luz,
nos quedamos a oscuras; pero hay luna. Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
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