XVIII. Jugando con guijarros
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Multiplicaré las piedras haciéndolas resonar como quien compone una canción que jamás escucharás. Jugando con guijarros limpiaré el horizonte que baña mi cuerpo y hablaré de sonidos imperfectos a lo largo de la orilla. Ensuciaré el cielo con la mirada más inocente
y no preguntaré a nadie sobre nada, porque mi corazón es la eterna duda que golpea contra los arrecifes el destino de la niebla.
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Porque soy yo el que duerme sobre la arena desnudando sus músculos, rozando la textura y el resplandor de la madrugada; porque soy yo el que te habla, el que te grita, y no puedes responder.