IX. El cerro negro Largas ceremonias de dioses en la cima del Cerro Negro. Por el despeñadero ascendíamos en la búsqueda de lo inefable, hacia la punta más aguda de la conciencia. Pocos lograban llegar a las alturas o conseguían vibrar escuchando el intenso sonido de caracolas marinas agitado por el espejismo del viento rumbo a despobladas ruinas que apuntan al mar o al desierto.
Desde lo alto del Cerro Negro viaja cruda la pregunta, viaja el tiempo y la ceremonia de lo invisible entre un aullido de los lobos, entre un ladrido de los perros.
Piedra y arena
este lugar lo habitan pensamientos
Cielo de piedra
velando a cada muerto: luna dormida Alfonso Cisneros Cox
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