V. Banquete de moscas A veces el haiku me sorprende cuando menos lo espero. Allí está, es claro como el agua. Para mi suerte, suelo cargar algo donde registrarlo antes de que se esfume en el vaivén de mi memoria.
Pero ¿qué pasaría si una vez que lo he atrapado, intento captarlo desde otro encuadre? Es decir, dar marcha atrás con lo que ha tocado mi atención y reformularlo a partir de todos aquellos elementos que han quedado fuera de mi primera impresión.
A continuación un poco de ello:
bote de basura -
moscas y sombras de moscas
frescor del día -
moscas y sombras de moscas al atardecer
el mediodía -
moscas y sombras de moscas en la basura
revuelta de moscas -
se largan las sombras de las migas
puesta de sol -
en la basura moscas y sombras de moscas
aroma de mandarinas -
las sombras de las moscas en las cáscaras
un fuerte olor -
las sombras de las moscas en la basura Digamos que el haiku se multiplica en la medida que la realidad incide sobre él. Menos mal que en todo haiku la última palabra siempre la tiene el lector.
Israel López Balan |