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Haikus individuales
1
19.5 puntos
Al Bert (Barcelona, España) En el sendero Huellas de algún extraño Tal vez yo mismo |
Rafael García Bidó (Santo Domingo, Rep. Dominicana) La llovizna... Agua que casi cae y casi suena. |
Palmira (Valencia, España) De aquella jaula aún queda en la pared el clavo inútil. |
Carlos Fleitas (Montevideo, Uruguay) árbol de otoño tus hojas se han ido te queda el viento |
Palmira (Valencia, España) |
Rafael García Bidó (Santo Domingo, Rep. Dominicana) |
Carlos Fleitas (Montevideo, Uruguay) |
Félix Alcántara Llarenas (Zaragoza, España) Salgo del bar. Un viento inesperado me da en la cara. |
Este haiku combina perfectamente la interacción entre la naturaleza y el ser humano, combinando espontaneidad y sorpresa de manera sencilla y directa. El "bar" introduce un elemento sugestivo, distanciándose del abuso, muchas veces tópico, de un paisaje idílico y, en cierta manera, convencional. |
Jordi Climent Botella (Barcelona, España) En la repisa, la flor marchita ofrece su escaso aroma. |
El concepto de sabi, que implica pobreza, soledad y una cierta decrepitud, se insinúa sutilmente en esa flor marchita que, no obstante, ofrece su escaso aroma, es decir, cumple -sencilla y generosamente- su destino natural. El poeta lo siente y lo agradece con emocionada sencillez. |
Zeta (Ciudad de México, México) sigue lloviendo el teléfono suena nadie contesta |
La persistencia de la lluvia y del sonido del teléfono subraya la idea de temporalidad, en contraste con el silencio o con la ausencia atemporal de respuesta. Este haiku "urbano" incorpora uno de los valores más genuinos del género, la impermanencia de todo, con un matiz de misterio inquietante (yugen): ¿por qué no contesta nadie?... |
Carlos Fleitas (Montevideo, Uruguay) |
Este autor demuestra un hondo conocimiento del haiku y de sus rasgos esenciales: brevedad, sencillez, contraste, sentido de la belleza efímera (el célebre aware)... Valoro especialmente el primero de sus haikus ("árbol de otoño / tus hojas se han ido / te queda el viento"), pero la rima consonante del segundo ("la luna es...") lo entorpece. Creo que un haiku no debe rimar nunca, pues su fuerza está en lo "abierto"... |
Dokushô Villalba (Valencia, España) |
Coincide con el anterior en los mismos valores, con un toque muy zen de delicadeza en el detalle, salvo en el tercer haiku ("niña de viento..."), un tanto forzado... Me gusta mucho la sensibilidad del primero ("suavemente / la hoja caída rompe / el espejo del lago") y también el cálido contraste del penúltimo ("cuerpos calientes / bajo las mantas / lluvia de otoño"). |
Konstantin Yordanov (Sofia, Bulgaria) |
El conjunto de haikus que nos ofrece este autor está lleno de sugerencia y contraste, en una línea de intenso humanismo y de aguda observación, a pesar de un cierto descuido formal. La secuencia clásica de 5-7-5 no es obligada (el haiku también ha evolucionado), pero todo poema tiene un rigor interno y el poeta lo sabe o lo intuye. Me quedo con éste: "al amanecer / cae la primera hoja / en el patio barrido". |
Konstantin Yordanov (Sofia, Bulgaria) En la orilla opuesta: dos desconocidos bajo un paraguas. |
En esta edición hay algunos haikus bastante buenos (unos 13); hay varios haikus (no más de 7) que no tienen la "chispa" del haiku japonés pero que al menos revelan en sus autores un gran conocimiento de haiku; hay una gran cantidad de poemas que no son haiku desde ningún punto de vista (aunque cumplan el 5-7-5); y -siempre a mi juicio- un solo haiku perfecto. Por "perfecto" quiero decir que, si se tradujera al japonés, creo que ningún entendido nipón en haiku podría diferenciarlo de un haiku de Buson, por poner un ejemplo. Este haiku de Konstantin Yordanov (¿quién es? ¿por qué escribe tan bien en castellano?) tiene "eso" que, aún hoy, da sentido a mis más de doce años dedicados a estudiar el haiku. Discúlpenme que hable de mí mismo, pero lo que quiero decir de este haiku lo hace preciso: una vez que se han leído miles de haikus, se llega a pensar que uno no puede volver a ser impactado de nuevo por ningún nuevo haiku que pueda leerse. Y una y otra vez compruebo que no es así. Porque eso que hizo nacer el haiku de Bashô sigue ahí aún, vivo, activo, sacando palabras a la existencia, en japonés y en castellano. Por qué este haiku (haiku japonés de un búlgaro en castellano) es tan impresionante, prefiero dejarlo para mí. No quiero mostrar impúdicamente el corazón de este haiku. Simplemente quiero dejar constancia de que -a mi juicio- es haiku para que estudien (y hasta "destripen") los neófitos en haiku, paladeándolo una y otra vez cuando estén a solas. Su secreto no debe ser expuesto a las miradas más que de aquel que lo descubra por su propio esfuerzo. |
2
Jordi Climent Botella (Barcelona, España) Desaparece apenas visto. ¡Allí! Un cormorán. |
Es un buen haiku. Tiene vivacidad, acción, instante, y tiene más: el autor consigue hacerte "ver" aquello de lo que habla. Comienza refiriéndose literariamente a un pájaro que apenas nadie ha conseguido ver, cuando -de pronto- rompe la narración con un "¡allí!" que te obliga a ubicarte en el presente, e incluso a mirar a tu alrededor no vaya a ser que el cormorán haya reaparecido cerca de ti. El lector deja de ser lector para estar atento en la escena, incluso antes de saber qué es lo que tiene que observar tan atentamente, pues el cormorán aparece en el haiku, como en la realidad, sólo al final. Muy bien. Gracias. |
Palmira (Valencia, España) Pequeñas huellas. El olor del rebaño aún en el aire. |
Luelir (Navarra, España) Atardeceres, olor de los rebaños por las cañadas. |
Dos haikus "lindos" (kawaii, en japonés). Palmira y Luelir nos llevan a las cañadas donde huele a algo de verdad. Porque en la ciudad no conseguimos un olor, olor auténtico, olor a algo que recuerde de dónde provenimos. A ese olor que impregna ambos haikus, ese olor que han conseguido traerme a mi casa por gracia de la palabra, se le ha conseguido entremeter -además- la visión de pequeñas huellas en el suelo en el haiku de Palmira. Luelir ha preferido intercalar todos esos atardeceres pasados en la compañía del olor de los rebaños. Alguien que no haya pasado días enteros cerca de los rebaños de ovejas no sabe qué están mostrando estos haikus, como seguramente un extraterrestre no sepa a qué se refiere uno con la palabra "amor". Y tiene que ver el amor con estos haikus. Es un error cometido una y otra vez por los neófitos en poesía el hablar de amor hablando de amor. Hay que hablar de amor refiriéndose al olor de los rebaños o sólo estaremos mostrando nuestra incapacidad de amar nada que no seamos nosotros mismos. Tantas veces -como decía Nietzsche- amamos más amar que al objeto de nuestro amor. Hay que salir de esta cárcel, de este círculo vicioso del "yo", ¿cómo? oliendo lo que ha quedado en el aire de los rebaños y viendo cómo los animales han dejado sus pequeñas huellas al atardecer. Ambos haikus son muy bellos, pero el de Palmira es más sutil, porque hay un nexo invisible entre los dos polos internos del haiku. Un haiku que -en realidad- podría titularse: "cosas que han quedado". |
Mi forma de elegir los mejores autores es comprobando cuáles de ellos han presentado más haikus de calidad con el mínimo número de errores. En qué consisten estos errores -según mi forma de entender el haiku japonés- puede deducirse leyendo mis trabajos publicados. Cuando un autor tiene alguna equivocación muy grave sus haikus podrán optar a premio por sí mismos, pero el autor para mí queda excluido de galardón. Así pues, los reseñados a continuación han sido aquellos autores con una "media poética" más alta. |
Raijo (Murcia, España) |
Tierra, riego, fango, huerta. Me impresiona la fidelidad de este autor
a sí mismo y la evolución de su haiku a través de los años. Hay una
unidad temática en su trabajo y es sin duda porque el haiku de Raijo
no proviene del artificio de querer ser poeta. Es el mundo el que le
asalta en forma de alguien que cava bajo la lluvia, en forma de insectos
que huyen antes de que les llegue el agua a través del surco, en forma de
agua de río que se separa del cauce principal vagabundeando por huertas
lejanas... Pero, si hay un haiku que merece la pena destacar del trabajo
que esta vez nos presenta es:
Regando, se oye
No hay un "protagonista": es un haiku dedicado a un sonido -ni siquiera
bello- del mundo natural. Es un haiku de algo que se transforma en otra
cosa delante de tus narices, y a lo que no debes permanecer ajeno. Es un
haiku sincero y modesto.
burbujear el suelo al hacerse barro |
Mavi (Murcia, España) |
En los certámenes anteriores nunca había seleccionado ningún haiku
de esta autora murciana (como Raijo; curiosa casualidad). Pero en
esta ocasión su trabajo es excelente. No sólo la "media poética"
de sus haikus es bastante alta, sino que cuenta con un haiku
excepcional:
Caen los membrillos
Membrillo-suelo-resquebrajado son conexiones muy afortunadas. Enseguida
conseguimos hacernos una imagen del espacio y el suceso. Ya de por sí
la forma del membrillo era acertada para hablar de un rompimiento. Un
suelo de huerto resquebrajado no podía venir mejor al encuentro de los
membrillos rotos. También muy hermoso:
contra el suelo del huerto resquebrajado
Viento otoñal
Sin embargo, no es afortunado el haiku:
repleta de semillas la berenjena
Apresuraos
A las luciérnagas, como al resto de los seres de la Naturaleza, hay que
dejarlas en paz: que se apresuren o que hagan lo que les venga en gana.
luciérnagas que vais tras el verano |
Guillermo Fontes (Santa Cruz de Tenerife, España) |
Si mi memoria no me falla, no es la primera vez que premio a Guillermo
Fontes. Y si mi memoria no me falla, ya comenté en alguna ocasión que es
un haijin nato que, no obstante, debería buscar a un maestro de
haiku que le enseñe los errores en que cae. Pues el talento le sobra,
pero también las equivocaciones. Entre tanto el autor encuentre a alguien
que haga este trabajo, me permito un ligero comentario a cada uno de sus
haikus. Tal vez alguno de estos juicios míos no sea agradable, pero le
aseguro que no saco nada de ello. Le animo a que siga trabajando.
viento de otoño
Es un buen haiku. Objeto que ha sido -éste del vuelo contra corriente
del pájaro- de numerosos haikus clásicos en Japón.
un cernícalo caza contra corriente
lluvia de otoño
No dice nada. Más que un haiku es un estereotipo. Pájaro-canto-jardín
es peor que un estereotipo; es una postal. Haiku malo.
unos pájaros cantan en el jardín
cesa la lluvia
Muy lamentable. Este sí que es un verdadero haiku malo: los caracoles no
danzan. Jamás han danzado y jamás danzarán. No podemos proyectar sobre
la Naturaleza nuestra imaginación porque entonces no estamos ante eso que
late en la realidad, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos. No podemos
exponernos a lo real, ir a la Naturaleza, y... ver en ella nuestras propias
pamplinas.
los caracoles danzan en el jardín
entre la lluvia
Este es un muy buen haiku. Es un hecho sencillo pero por eso mismo difícil
de ver. Hojas embarradas con el agua en pleno atardecer... ¡Ah, qué belleza
tiene el haiku cuando es haiku!
las hojas del castaño atardecer
lluvia de otoño
Este haiku revela talento en el autor, originalidad, algo nuevo, no mera
copia de lo japonés. Por aquí tendría que seguir avanzando después de haberse
formado en lo japonés.
lluvia roja de otoño ¡oh, sobre mí!
en los rincones
Este haiku no da nada al lector. Y no da nada porque el autor no lo permite.
¿Sabe un lector -sin más explicaciones- a qué se refiere? El haiku ha sido
concebido libre de su autor y por eso tiene que contener todas las
"explicaciones" dentro de sí para ser comprensible.
¡oh, muerte silenciosa! en las rendijas |
El "haiku" que a continuación cito -presentado por Barbarroja- no es un haiku, pero es un magnífico senryû, que -como se sabe- es una estrofa idéntica al haiku cuya temática y requisitos son otros diferentes. Como senryû que es, no necesita kigo (palabra de estación) y no tiene por qué tener "sabor de haiku", es decir, aware (impacto profundo). El senryû es de tono gracioso, retorcido en la idea y trivial en su contenido. Me alegra presentar a los lectores de esta página un buen senryû en castellano. |
Barbarroja (Cádiz, España) Puerta entreabierta la abuela esconde su dentadura. |
Santiago Larreta (Navarra, España) La sierpe silba. Su sinuosa seda surca la arena. |
Haiku sumamente intuitivo. Bien manejado el plano del contenido, con su elegante metáfora sinestésica ("seda"), y el plano de la expresión (aliteración en "s", y rima asonante entre los dos últimos versos). |
Verónica Wiedrich (Buenos Aires, Argentina) Alba, sorprendes al poeta dormido sobre el poema. |
Delicada escena en la que, ante el sueño del "poeta", la autora (poetisa real) dialoga con el alba matutina. "Aliquando etiam dormitat Homerus...". Es muy humano pensar que también al poeta lo vence el sueño; si bien esto le ha ocurrido aquí en pleno trabajo. |
Santiago Elso Torralba (Navarra, España) Cruzan veloces los caballos de otoño entre sus flores. |
Los "caballos" pueden ser matafóricos o reales, y en esta ambigüedad reside uno de los encantos del poema. También es muy grata la evocación de unas flores, precisamente de otoño -como pueden ser, por ejemplo, los crisantemos-. La imagen tiene dinamismo: fuerza y suavidad al mismo tiempo. |
Maramín (Valencia, España) |
Presenta un bello conjunto donde todo es aprovechable por su observación y sensibilidad. El poema "Añoso el árbol..." muestra bien la simbiosis de persona y naturaleza en el tema -muy taoísta- del crecimiento. |
Santiago Elso Torralba (Navarra, España) |
Gran sentido del ritmo, y finura de observación. La alusión directa al tema del "haiku" en el poema "Ramas de un sauce..." acrecienta el placer estético. |
Juan E. Ríos Vera (Cádiz, España) |
Bien destacado el protagonismo, casi personal, de los elementos naturales. Expresión muy conseguida. A destacar, el poema "Tiembla el arroyo...", donde se nos muestra la debilidad de la naturaleza. |