Mapa occidental de Japón y Corea (1851) |
A mediados del siglo XIX se opera en Japón un cambio político crucial que desemboca en una apertura hacia las influencias occidentales, al igual que ocurriera allá por el siglo VIII con respecto a China. Hablamos del advenimiento de la era Meiji, en 1868, que acaba con varios siglos de aislacionismo impulsado desde la política conservadora de los Tokugawa. Japón se abre, desde entonces, al comercio con las potencias occidentales y a la influencia artística e incluso religiosa de los países europeos. A este respecto merece destacarse el intento desde la política de establecer una única religión en el país, que desembocaría en una difícil tentativa de separación entre el sintoísmo, favorecida desde las autoridades por ser la religión ancestral de las islas niponas, y el budismo, importada del continente muchos siglos atrás y cuyos tesoros artísticos serán sistemáticamente destruídos.
Las letras japonesas no son ajenas a este ambiente generalizado de confusión en la vida del país. En poesía vuelve, por influencia occidental, la moda de componer poemas largos, mientras los propios temas poéticos se van occidentalizando. En esta época surgen las primeras traducciones al japonés de poemas originales ingleses y franceses, y algunas compilaciones importantes de poesía moderna. Los géneros clásicos japoneses como el tanka y el haiku languidecen moribundos a lo largo de las décadas centrales del siglo, a la espera de un impulso renovador que los saque de su ostracismo.
Shiki: Poeta de muy corta vida, Shiki Masaoka (1867-1902) es el gran renovador de las formas clásicas de poesía de Japón. Esto lo consiguió desde su doble faceta de poeta y crítico literario. Acuñó el término haiku (antes
haikai o
hokku), y combatió durante su vida muchos prejuicios de la época hacia el haiku clásico.
Masaoka Shiki |
Nacido en Matsuyama en el seno de una modesta familia, Shiki comienza pronto a componer poesía. Su primera intención al trasladarse a Tokio con 16 años es, sin embargo, convertirse en político. Durante sus estudios en la Universidad Imperial, sus gustos se van orientando a la literatura, y sobre todo al estudio del haiku clásico. El trago más amargo de su vida le acontece a los 23 años, cuando se le confirma el diagnóstico de tuberculosis, enfermedad incurable, después de vomitar sangre repetidas veces. Decide en ese momento adoptar el nombre de Shiki, pájaro que, según la leyenda, escupe sangre mientras canta. Shiki también puede significar, en japonés, "las 4 estaciones". Sus achaques no le impiden seguir progresando, y en 1892 entra al periódico Nihon, donde varios de sus artículos sobre los autores clásicos de haiku consiguen crear polémica y poner en entredicho algunas dogmáticas posturas que en su época se mantenían sobre el tema. De Bashô admira muchos de sus poemas pero sostiene que la mayor parte de su producción es mala; en el lado opuesto, considera a Buson como el mejor poeta de haiku y aboga por una vuelta a su haiku bello y artístico. Sus opiniones consiguen atraer a algunos jóvenes poetas, deseosos como él de derrocar las anquilosadas normas entonces vigentes.
Shiki: Dibujo de una peonía |
Paralelamente, Shiki mantuvo una fructífera actividad artística hasta el último soplo de su vida: nunca dejó de pintar (Shiki amaba la pintura desde que era niño) ni de componer poemas (tanto haikus como tankas). Pasó sus dos últimos años postrado en la cama y llevando un diario exhaustivo de su vida en el que anotaba incluso su comida diaria. Murió, tras una lenta y amarga agonía, en septiembre de 1902, a la edad de 35 años.
La obra de Shiki destaca por su coherencia y su brillantez formal. Introduce su punto de vista agnóstico en el mundo del haiku, dominado en la época clásica por una profunda religiosidad de la que él siempre se alejó. Sus haiku están muy marcados por la terrible vicisitud de padecer una enfermedad incurable desde tan pronta edad, y su obra es por ello marcadamente autobiográfica. Decía a los poetas de su escuela: "Leed a los autores antiguos, y recordad que en ellos encontraréis buenos y malos poemas a la vez". Sus haiku siempre se orientan a la pura objetividad, a la observación directa, muy al estilo de Buson. Su naturalidad le lleva a reparar menos que los clásicos en aspectos como el tema del haiku, el lenguaje, la métrica o la propia palabra de estación. En conclusión, Shiki consiguió abrir el haiku de nuevo a todos los poetas del país. Nos legó una obra de indudable belleza y propició la aparición, como en otros tiempos, de distintas escuelas que durante todo el siglo XX han mantenido en plena vigencia esta peculiar manera poética japonesa.