VII. La casa
Paredes y techo erguidos contra los elementos delimitando un espacio íntimo que la naturaleza acuerda a todas sus criaturas. Ventanas para dejar pasar la luz y la brisa que trae noticias del ancho mundo. Puertas que se abren y se cierran como brazos. Estancias pobladas con sus muebles y detalles.
Aquí el rincón oscuro de las cavilaciones donde la perra sestea como un ángel de la guarda de su dueño. Aquí la mesa iluminada con el olor de las comidas y las conversaciones. Allí la foto del abuelo. Allí el recuerdo de aquel viaje. Allí los libros alineados y mansos como pardos animales.
Habitaciones donde la luz es delicada y el lecho mullido donde el amor trajo los hijos como bendiciones y surgieron los sueños y se convaleció de los achaques.
Enrumbada hacia el norte, esta es la casa. Y acaso un jardín para unas rosas y un árbol de sombra donde cantan el ruiseñor y el viento.
Perros de casa,
si es el viento de otoño
por favor que entre.
Rafael García Bidó