Vía verde
Corría la primavera del año 2006. Muchos de nosotros, comprometidos ya con el haiku, andábamos todavía en los comienzos de este transitar por la vía de los sentidos (qué largo recorrido y qué incierto y efímero en realidad). Y entonces, la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (RENFE de Cercanías) tuvo la sorprendente idea de convocar un concurso de haiku a nivel nacional. Asombrosa por cuanto el haiku todavía era un grandísimo desconocido, sobre todo a nivel de la gente de a pie. Haiku es, aún hoy, un palabro por completo desconocido para muchos de los que nos rodean: familiares, amigos, compañeros de trabajo… Y haijin, o simplemente escritor de haiku, resulta ser poco menos que ese tipo “anormal” al que si por ventura le solicitan que dé una muestra de esa poesía con ese nombre tan extraño…, deja en la expresión facial del incauto lector que solicitó los versos inequívocos signos que traducidos al castellano sonarían más o menos así: “pobre diablo, con lo atinado y reflexivo que parecía… y terminar escribiendo semejante nadería”. También es verdad, todo sea dicho, que se ha progresado bastante desde entonces en la difusión y en el conocimiento de este poema. En este logro han tenido mucha influencia no la red de ferrocarriles y aquel primer y último concurso tan reprochado, sino la gran red de redes, Internet y cuantos despejan, mediante múltiples formas de cortesía, los caminos y las vías de obstáculos para que pueda llegar con infalible destino al corazón del mayor número posible de gentes y pueblos. Porque haiku es la forma de expresión poética más popular y democrática que tal vez exista en el planeta Tierra. Y si todavía no lo es, seguro y con gran acierto –me consta por la gran difusión que se está realizando en las aulas– que nos estamos acercando por la vía más segura de cuantas cabría forjar.
Mi esposa y yo teníamos que viajar desde Valencia a Barcelona, donde residía una hermana, y para ello tomamos la decisión de hacerlo en tren y disfrutar así de las vistas. Durante algunos tramos, en la provincia ya de Castellón y tocando (casi literalmente) la costa de Benicasim y Oropesa del Mar, el tren avanzaba tan cerca de las playas que se podía ver a los bañistas tumbados al sol o bajo las sombrillas o solazándose entre las olas de nuestro mar, el Mediterráneo, casi siempre tranquilo, sobre todo en la estación estival. De ese viaje en tren hasta Barcelona, recordé tiempo después aquellas vistas tan refrescantes, y compuse mi haiku con ocasión del concurso de Renfe:
Desde el vagón
sombrillas y bikinis
Azul brillante
No esperaba gran cosa del concurso, la verdad, pero envié un haiku con la esperanza de que al menos resultaría muy visual y colorido, tal como lo había percibido aquella mañana desde la ventanilla de mi vagón. Con el listado de finalistas publicado por la Renfe, se vio ya que aquello no era más que un despiporre… Plagios descarados de Bashoo y compañía, tercetos a más no poder, haikus que no cumplían la única regla que se exigía (la métrica), etc, etc. Un escándalo en el ámbito del haiku. Protestas, cartas dirigidas a la Compañía…, en fin, todo un alegato en defensa de la honorabilidad del entonces ultrajado poema japonés. Participaron webs como No-michi, paseos.net, El Rincón del Haiku, así como otros tantos indignados por cuenta propia. Y el caso es que en mi provincia, Valencia, obtuve un tercer premio que consistía en ¡un USB de 256 MB! Sí, verdaderamente no sabía uno si echarse a reír o llorar; obviamente, y como muchos ya os imagináis, opté por la risa… Como anécdota os contaré que no me sentía capaz de asistir a la entrega de los premios y pregunté a una compañera del trabajo si le apetecería asistir en mi nombre, ya que los organizadores contemplaban esa posibilidad, siempre y cuando el autor lo autorizase por escrito. Le dije que por supuesto podría quedarse con el premio, algo que ella no aceptó. Me dijo que durante el acto les hicieron una fotografía cuando recibieron el premio; ni siquiera tuvieron que leerlo; pero también les dijeron que los derechos de autor pasaban a ser propiedad de Renfe, tal como se especificaba en las bases. Todavía nos reímos a carcajadas esa compañera y yo cada vez que recordamos lo del USB.
Años después, me hallo recorriendo, también junto a mi esposa, parte de ese trayecto costero entre Benicasim y Oropesa del Mar, pero esta vez caminando entre ciclistas y viandantes. En agosto de 2009 se inauguró la Vía Verde de Oropesa del Mar-Benicasim con un tramo de unos 5,6 kilómetros. (Si os apetece, al final de este artículo, podéis ver un vídeo que hemos hallado en la Red). Tal como informa la web oficial de Vías Verdes, en España existen como unos 7.000 kilómetros de infraestructura ferroviaria en desuso que en parte (unos 2.000 km) han sido reconvertidos en itinerarios cicloturistas y senderistas en el marco del programa Vías Verdes que coordina la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (FFE). Fue así, caminando por esta hermosa senda que serpenteaba a tramos junto a la orilla del mar y nos adentrábamos a través de los viejos túneles reconvertido ahora todo ello en Vía Verde, como rememoré aquel haiku y aquel concurso que apenas tuvo éxito. Y pensé que el haiku era el haiku y era camino y era vía hacia el corazón de las cosas y los seres y que si la Renfe no logró muy buena prensa con su proyecto, e imagino que los miembros del jurado también debieron de tener su parte de responsabilidad, al menos sí había realizado una gran aportación al medio ambiente fomentando el senderismo y el cicloturismo así como el disfrute de la naturaleza. Sí -recapacité incluso-, parece que le estoy quitando hierro yo también al asunto aquel del concurso; pero no, en verdad la Renfe había hecho algo merecedor y loable y había que reconocérselo.
Ya no se oyen las olas
Dentro del túnel
ecos de voces
José Luis Vicent