Haiku nº 7. Autor: Bôsha
蛍火の瓔洛たれしみぎはかな
hotaru-bi no
yôraku tareshi
migiwa kana
  ¡Cómo se va engarzando
un collar de luces de luciérnagas
a la orilla del río!
El caos se vuelve orden ante nuestra mente fatigada de contemplar en la noche. Nuestra necesidad de orden, de figura, de sentido, espera el momento en que el caos del volar de las luciérnagas tenga una forma reconocible. Escribimos el haiku para reafirmar nuestra cordura en un mundo que sólo por azar o por misericordia se nos presenta ordenado. Escribimos para apuntalar con el orden exterior nuestro orden mental. Las luciérnagas, sin embargo, no son criaturas que obedezcan a ningún orden; obedecen al cansancio o al capricho. Una tras otra, van aparcando sus luces, sus vuelos, a la orilla del río; y el hombre que contemplaba la magia sin forma asiste sin respiración al milagro de que vaya ocurriendo lo que su mente le exige: alguna figura reconocible, un sentido en ese vuelo caótico de luciérnagas en la noche... ¡Están formando un collar de cuentas de luz! Un collar de luces durante sólo un instante para que el que contempla también descanse.
Vicente Haya