XXVIII. Calendario de haiku
Entre las gratas sorpresas que he recibido en los días de la pasada Navidad, hay una que yo calificaría de "supergrata" -por usar este superlativo muy al día-. Y es que me he encontrado en mi casillero de mi Departamento universitario de Lengua Española algo tan inesperado como un calendario de haiku en español.
Calendarios de haiku existen en Japón, y son sobre todo los famosos saijiki, que traen kigo o palabras relacionadas con las estaciones del año, y también haikus que utilizan esas bellas y sugerentes palabras. Suelen traer ilustraciones estilo haiga (o pinturas a la aguada con sabor de haiku); y los coleccionistas pueden encontrar ejemplares antiquísimos de saijiki.
Aquí en España lo más cercano que yo había visto era un calendario de Zen (rama contemplativa del Budismo), con preciosas ilustraciones -fotos en color- y frases de la filosofía Zen, en español y en alemán.
Lo que he tenido el gusto de recibir ahora es un calendario del año entrante 2006, con trece bellas láminas ilustradas (los doce meses, más la lámina de presentación). Habría que añadir a éstas una lámina más que aparece al final: un resumen-inventario de las ilustraciones de cada mes, reducidas, donde se nos dan los títulos de las mismas. Las ilustraciones -técnica mixta sobre tabla, sus originales- son primorosas y con un aire infantil, pero enseguida se advierte que domina en ellas una maestría difícil de alcanzar por un niño. Son obras pictóricas de Antonio Diazdel, y guardan cierta relación amplia y sugeridora con los meses respectivos y con -lo que considero más importante- los haikus.
Hay doce haikus, uno para cada mes y lámina, y son obra de estudiantes de secundaria, alumnos del poeta y profesor Manuel Lara Cantizani, en el IES "Clara Campoamor" de Lucena. Se supone que el Prof. Lara Cantizani ha hecho la selección. Por lo demás, los haikus ya figuraban en el libro "Haikus del mal amor".
Como la enumeración de una docena de haikus no es muy larga, voy a permitirme citarlos todos, por si alguien que no tenga el calendario en cuestión quisiera copiarlos en su agenda, o en otro calendario convencional.

Enero (1)

La noche oscura.
El miedo se refleja
en las estrellas.

Antonio Jesús Alcaraz Jiménez


Febrero (2)

En una tarde
un pétalo caía
de aquella flor.

Ana Alcaide Moreno


Marzo (3)

Un gallo escucha
la madrugada herida
de otro cantar.

Efraín Onieva del Pino


Abril (4)

Cuando mis lágrimas
envenenan el suelo
pienso en el cielo.

Curro Cano Rodríguez


Mayo (5)

Copo de nieve.
Mi vida se derrite
en el andén.

Jesús Javier Budia Ruiz


Junio (6)

Tejas y gatos.
Lluvia sobre el insomnio
gris del tejado.

Loli Curiel García


Julio (7)

Mar de cereza
que navega tu cuerpo.
¿Naturaleza?

Mari Carmen Bueno Prieto


Agosto (8)

Mis pies cansados,
descalzos en la hierba.
La leona herida.

Zeus Algar Fuentes


Septiembre (9)

Peligro verde
chorrea la enredadera.
Musgo y fiebre alta.

Francisco González Moreno


Octubre (10)

Campo de nieve.
Blancura inmaculada.
Almendro en flor.

Gonzalo Guerrero Luque


Noviembre (11)

Fuego que quema
la llama transparente
de tus venas.

Lorena López Lavela


Diciembre (12)

La vigilaron
en el retrovisor
de su reflejo.

Araceli Moreno Calvillo

Sería complicado y prolijo comentar uno a uno estos haiku, y por eso comentaré ciertos aspectos de todos, con algún que otro ejemplo o aplicación particular. (Lo números me serán útiles para citar los haikus).
La edad asombrosamente joven de estos poetas coopera con un requisito importante que ya había formulado Bashoo, y es que en la poesía de haiku se usan palabras ordinarias, corrientes. No hace falta ni una sola consulta al diccionario para que cualquier persona entienda estos haikus. Otro rasgo digno de destacarse es la sencillez sintáctica. No suele haber más de un verbo -salvo en (4)-, y el proceso mental requerido de parte del lector es bastante simple. En tres ocasiones (6, 8, 10) se recurre a una sintaxis enteramente nominal, sin verbo alguno conjugado. Es un procedimiento muy afín al haiku japonés, por el cual el protagonismo pasa del verbo al nombre, o bien -expresando lo mismo semánticamente- de la acción a las substancias. Estas últimas se van presentando sucesivamente, dando la impresión de que lo existente prima sobre el dinamismo que de ahí se puede generar. El estilo nominal trae consigo un ingrediente de estatismo contemplativo. Destaco (10) en este aspecto, por la isotopía que muestra en torno al blanco, sin que se recurra a ninguna repetición léxica; sólo una vez aparece el sustantivo abstracto "blancura", aunque su concepto redunda sobre todo el poema.
Hay además otros rasgos semánticos algo infantiles, pero aplicables por su simbolismo también a los adultos: el miedo a la oscuridad (1), el llanto (4), las subidas repentinas de fiebre (9), la curiosidad hacia los animales y la observación de los mismos (3, 6, 8).
Al mismo tiempo advierto cierta madurez propia de adultos, que va granando ya desde ahora en estos poetas en ciernes: los juegos de palabras -gallo/otro cantar (3)-, y tal vez con la añadidura de la antítesis y la paronomasia sobre el juego verbal -el suelo/el cielo (4)-, paralelismos conceptuales e imaginativos -mis pies cansados/la leona herida (8)-, metáforas audaces -la madrugada herida (3), mis lágrimas envenenan (4), mi vida se derrite (5), mar de cereza (7). La llama de tus venas (11)…-; y se llega a imágenes visionarias de gran fuerza, a base de transponer sensaciones -lluvia sobre el insomnio gris del tejado (6), peligro verde (9).
Para terminar, citaré dos haikus: el que me parece más niño, y el más adulto (sin que estas apreciaciones supongan un juicio de calidad o de primacía de uno sobre otro. Son simplemente valores que detecto)
El más niño puede ser (2):
En una tarde
un pétalo caía
de aquella flor.
Veo ahí una sencillez encantadora. La flor se presenta como conocida o evocada en el recuerdo: "aquella flor". La tarde y el pétalo se desdibujan en la indeterminación "una tarde/un pétalo". Hace pensar ingenuamente: ¿cuántas tardes harán falta para que la flor se deshoje entera? Por otra parte, la intuición singular de "un pétalo" está asegurada.
El haiku tal vez más adulto puede ser (14):
La vigilaron
en el retrovisor
de su reflejo.
Veo aquí un cruce de planos visuales interesante, muy acorde por demás con la curiosidad femenina hacia las compañeras de clase o de instituto. Lo mismo que se pueden vigilar conductas desde el retrovisor de una moto o de un coche (plano real), se puede hacer lo mismo desde el "reflejo" que una persona emita (plano imaginativo). Por "reflejo" entiendo las repercusiones al exterior -a modo de ondas- de una personalidad: simpatía, locuacidad, compañerismo, servicialidad, humor, curiosidad… (o a veces pueden ser los valores contrarios. El hecho es que por esas emanaciones humanas de la persona se puede también vigilar curiosamente sus movimientos y actitudes.
Creo que durante todo el año 2006 -y tal vez más adelante también- estos haikus me acompañarán para hacer mi vida más rica de sentido humano.
Mi agradecimiento al coordinador, al pintor, a los poetas, y al Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (CEDMA), por traer hasta mi despacho estas ráfagas de asombro que vienen con el calendario de haiku.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Universidad de Sevilla