XIX. Dos ramilletes de haiku en español (II):
Once de Marzo: antología de haikus
Recuerdo que un alumno me preguntaba en clase de haiku si se puede escribir haiku sobre sucesos terribles que nos conmocionan. La respuesta puede estar en este libro. Si somos capaces de sobreponernos a la conmoción, y de ver el suceso con ojos humanos y no nublados por la ira, entonces podemos –y además, es oportuno- escribir haiku.
El Profesor Lara Cantizani me ha enviado esta joyita poética, este ramillete –palabra que devuelve su valor etimológico a "antología", voz compuesta de los vocablos griegos anzos ("flor") y lego ("escoger")-, ramillete, digo, de palabras jóvenes. La han elaborado sus alumnos de Literatura de 2º A. ESO, del IES Clara Campoamor, de Lucena (colección "El árbol espiral"; LF Ediciones). No está de más recordar que, según consta, los beneficios de esta edición irán destinados a la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
El prólogo es de Luis Felipe Comendador, y según sus palabras –llenas de gracejo y cariño- el haiku es un complicado "regate corto" poético, que en este caso se practica ante "el abismo" abierto por los atentados de Madrid (11 de marzo, 2004).
Destaco algunos poemas:
La cuna sola.
El peluche no juega.
Sábanas limpias.

Araceli Aroca
Parece lógico que los niños piensen sobre todo en las víctimas infantiles.
Copo de nieve.
Mi vida se derrite
en el andén.

Jesús Javier Budia
Tomando una frase que debe de sonarles a los niños, el nombre del famoso gorila fallecido "Copito de Nieve", aquí nuestro haijin muestra su solicitud por quienes de algún modo esperan en el andén. La metáfora de la nieve da juego para plasmar la natural impaciencia de aquellas horas. En un sentido parecido se expresa el siguiente haiku:
Los familiares,
en la plaza con velas,
no se consumen.

Nieves Cadenas
El agujero
que dejaron los muertos
fue para todos.

Miguel Cabrera
Haiku éste que da vuelos a la mente, y nos aúna en la desgracia. Indudablemente, la solidaridad aquí apuntada es un notable paliativo de la catástrofe. Esta es también la idea conductora del siguiente poema:
¿Cómo lloráis
si han robado los ojos,
cómo lloráis?

José Luis Corredera
Al borde del abismo, no hay más que emitir este grito desesperado, repetitivo por la rabia, profundo por su concepción.
Móvil inmóvil.
Una selva de aullidos
sin receptor.

Ana Isabel Calzado
Así como impresiona la vista de los coches de los muertos aún no recogidos por nadie, todavía impactan más los teléfonos móviles, con su sonar incesante. Es todo un acierto la antítesis del primer verso.
Ella sí duerme
sobre un mar azulado,
contra las rocas.

Miguel Ángel Muñoz
Frente a tantos que no pueden dormir de dolor, he aquí evocación de los que han entrado en un sueño eterno. El escenario recuerda la película americana Contact, donde una niña, ya hecha mujer, logra encontrarse con su padre fallecido en un lugar semejante, una playa escondida de agua azul, entre espacios intergalácticos.
Un gallo escucha
la madrugada herida
de otro cantar.

Efraín Onieva
Con fino sentido del humor y sin olvidar la tragedia, la imagen del gallo y su cantar nos trae aire fresco, aunque de una "madrugada herida".
Como cierre del libro, se ve la imagen de una locomotora hecha con piezas de "Mecano", y bajo ella un haiku sin firma, que es toda una lección de temple:
Pasó la muerte
y no tuvo tus ojos.
Hay esperanza.
¿Es este haiku de mi amigo, el "profe" Manuel? Bien pudiera ser. Aparece al principio una página con cinco haikus de otros tantos autores consagrados, casi todos presentes en la otra antología que recibí, Alfileres. Destaco aquí el de Lara Cantizani perteneciente a dicha página de Once de Marzo:
"Mal de mares"

El Rojo y el Negro.
Madrid, tumba de sal.
Llora el Mar Muerto.
Interesante mar de palabras y mares para un gran mar de llanto y solidaridad. El mismo "profe" me dice en su carta, refiriéndose a los haikus de sus alumnos:
"Como estos hay muchísimos más (145 haikus). Mi instituto es un pequeño Japón lleno de jóvenes que aman y conocen los haikus. Y eso no sé si los hace mejores o peores, pero sí felices, diferentes, y más cultos".
Casi increíble, de tan bello. Ojalá el haiku nos traiga felicidad y consuelo en los claroscuros de la vida. Y nuestro agradecimiento a estos niños y a su "profe", que nos lo han hecho ver.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Universidad de Sevilla