IX. Verdor
Dentro de la línea sugerida por mi artículo anterior, que titulé Economía y lujo, me gustaría incidir en el estudio de un tipo de repetición léxica usada en el haiku, y que resulta muy singular.
Me refiero a la referencia reiterada al color verde. Para nosotros, símbolo de la esperanza; pero también, en un registro más amplio, símbolo de desarme y paz. Recordemos los movimientos ecologistas, las llamadas "marchas verdes", etc. Al ser el verde el color de tantísimos vegetales y también del mar, puede decirse que es el color de la naturaleza por antonomasia. Y, más en concreto, de la naturaleza viviente y con vocación de vida.
En lengua japonesa además, la manera más breve de decir el adjetivo "verde" es aoi o simplemente ao (voz de una fonética muy clara y abierta, plenamente vocálica). Lo que ocurre es que dicho adjetivo también vale para el azul, con lo cual su gama de aplicación se amplía. Sería -por ejemplo- un vocablo muy adecuado para traducir nuestro concepto de "Planeta azul" (introducido por el Dr. Felix Rodríguez de la Fuente), sin tener que renunciar al matiz "verde" que antes comentábamos para nuestra naturaleza a escala planetaria.
La palabra compuesta aozora, 'cielo azul', no solamente se refiere al color del cielo, sino que se convierte en una especie de símbolo del alma sencilla y clara, abierta a la alegría. Existe además otro término léxico para 'verde', midori, muy útil para cuando se quiere distinguir netamente el verde del azul. Pero en otros casos se usa abundantemente aoi para 'verde', como -por ejemplo- para referirse al disco verde de los semáforos.
Me ha llamado la atención el siguiente haiku de Raizan (1654-1716):
aoshi aoshi
wakana wa aoshi
yuki no hara



¡Verde, qué verde...!
Verde brota la hierba.
Campo de nieve.
Es emocionante ver los brotes verdísimos de hierba abriéndose paso a duras penas entre la nieve de un llano. Pero, poniéndonos ya en tesitura de composición poética, también emociona ver cómo un poeta que lucha con la brevedad expresiva del haiku ha usado hasta tres veces en un mismo haiku la palabra "verde": aoshi, que es la forma antigua de aoi.
El tema se hace más entrañable aún cuando recordamos a nuestro gran poeta, Federico García Lorca, que en su Romance sonámbulo repitió cuatro veces en dos octosílabos la palabra "verde":
Verde, que te quiero verde;
verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
No creo que valga hablar de influencia del poeta japonés sobre el español. Ni apelando a los sueños se podría justificar tal influjo. Pero, ¿qué tenue afinidad estética había, como rasgo común, entre ambos?
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Universidad de Sevilla