XIX. Hacia la mar
Los pescadores salían a la mar desenredando aparejos que tendían en el vientre del océano.
Cerros grises, empedrados, yacían altivos y de sus faldas descendían pelícanos, patillos, piqueros, camino al destierro de las peñas. Erizos, estrellas, lapas agonizaban pegadas entre rocas calcinadas por el sol y pequeñas gaviotas desnudando el infinito, que desciende de las cumbres al oleaje constante y repentino.
Desde la fauna marina resonó una voz como el gemido sordo de un extraño viento surcando las venas de la orilla. Y un cuerpo herido volvió a estremecer el firmamento hacia la pregunta de los ángeles despoblados.
Altos como el sol
los pelícanos duermen
peñas blancas
Alfonso Cisneros Cox