VIII. Nido de aves
Un torbellino de plata sacudió la arena abandonada.
Como aroma de flores giraban pequeñísimas gaviotas abrazadas al arco iris de luz cambiante. Caminaba sin rumbo entre dunas interminables. Un viento minúsculo trazaba sus propias huellas mientras las aves anidaban sus vientres en perfecto reposo.
La danza peregrina del mar me seducía entre escombros como la paz que al contemplarla es deseo de aquel que no la tiene.
Desnuda la orilla
Las gaviotas deambulan
peñas ocultas
Alfonso Cisneros Cox