Haiku nº 11. Autor: Buson
春雨や蛙の腹はまだぬれず
harusame ya
kawazu no hara no
mada nurezu
  La lluvia de primavera:
todavía no se ha mojado
la barriga de la rana
Buson es para mí el haijin perfecto. Explicar esta aseveración con el suficiente detenimiento es un proyecto que acaricio prácticamente desde el principio de mi iniciación en el haiku. La maravilla de este autor reside en la concepción global de su obra. Por supuesto que cada haiku de Buson tiene un sentido, una belleza, una autonomía. Pero Buson, además, hace casar ese haiku con el Todo que ha escrito y el Todo que formará cuando se una con lo que aún tiene por escribir. El valor de la obra de Buson no puede apreciarse con cincuenta o cien de sus mejores haikus; en todo caso mil o mil cuatrocientos de sus haikus nos hagan ver que cada uno de sus haikus forman un detalle de un gigantesco mural. Un mural, es decir, una imagen de conjunto que se descompone en pequeñas escenas, cada una con valor propio, como los cuadros del Bosco o los frescos de Miguel Ángel.
En esta ocasión, la mirada se ha centrado en una rana que bajo la lluvia -lluvia cálida de primavera- aún conserva seca la barriga. Una percepción mínima proyectada sobre un objeto poético cualquiera: una rana no es la luna; es cualquier cosa. Pero incluso una rana esconde un haiku para el que sabe ver. Cómo ha conseguido ver qué parte de la rana aún no se ha mojado es el arcano del camino del haijin: ver lo que nadie ve.
Este haiku tiene un eje alrededor del que gira, y no es un nombre o un verbo sino una simple partícula: mada (en este caso, "todavía no"). "Todavía no" anuncia lo que va a ocurrir, presupone la atención a que la acción se complete. Pero hay más: gracias a este "todavía no" el poeta consigue salvar para el presente lo que al presente le pertenece. Está lloviendo, la rana está bajo la lluvia, la rana está mojándose, pero no está empapada aún en esta lluvia que para el japonés tiene wabi-sabi (sabor de belleza nostálgica). Ahí está el haiku. Ese haiku que comenzó trabajándose, quizá, con "una rana mojándose bajo la lluvia de primavera..." y que, finalmente, encuentra su corazón en algo que va siendo descubierto ya dentro de la intención del haiku: "...todavía no".
Vicente Haya