Haiku nº 1. Autora: Kanajo
虫の卵を育ててゐたる冬の芝
mushi no tamago o
sodatete itaru
fuyu no shiba
  Terminaré yo de incubar
esos huevos de insecto.
El invierno en la hierba
Comenzamos esta serie de haikus con un poema que, deliberadamente, no vela nada de su sentido. Es un haiku abierto, fácil, accesible, y, por eso mismo, un haiku atrevido en una cultura como la japonesa que disimula los sentimientos: unos huevos de insecto puestos en la hierba se ven sorprendidos por una repentina helada. El invierno se ha anticipado a lo previsto y aún no se han abierto los huevos de insecto cuya puesta Kanajo tenía observada... "Insecto", así, en general, sin especificar qué especie, sin que importe si hablamos de un insecto fascinante como una luciérnaga o sucio como una mosca. Ahora lo importante no es la calidad de la vida que pueda surgir de esos huevitos sino el hecho de que esa vida esté a punto de ser abortada. Para ello, la autora usa sin titubear la palabra mushi, que, más que "insecto", significa "bicho".
Y la poetisa, súbitamente, inesperadamente, se mete en el haiku que pretendía construir, un haiku que nos hablaba fríamente de unos huevos de insecto en la hierba que la fría escarcha iba a destruir. Deja de describir lo que está viendo e interviene. Se hace parte del paisaje que pintaba; no, todavía más: se constituye en la protagonista del haiku que tenía intención de escribir. Como un fotógrafo de guerra que no quisiera anteponer su foto a socorrer la necesidad ajena, Kanajo rompe su haiku, lo hace inservible para el mundo gélido y perfecto de la belleza literaria. Y nos dice que ella misma va a acabar de hacer el trabajo que la Naturaleza no ha querido completar: va a calentar esos huevitos hasta que eclosionen. Sin saber siquiera qué saldrá de ellos. Formando parte ella misma del misterio de la vida, porque es insólito que una mujer acabe de incubar huevos de insecto...
Tras la aparente simplicidad del haiku que hemos presentado se esconden una serie de preguntas, que es lo que da al poema perspectiva, profundidad: ¿Por qué se ha anticipado el invierno? ¿Cómo es que la naturaleza mata a sus propias criaturas? ¿Qué será lo que salga de esos huevos? ¿Qué clase de mujer se mete a incubar huevos de insecto...? La sencillez se enrarece. Lo que al principio nos parecía simple se torna complejo. Y el haiku de Kanajo, del que dijimos que era "abierto, fácil y accesible" se desvela finalmente extraño, enigmático y descarado.
Vicente Haya