Cuando leo los haiku de Tenzing, tengo la impresión de que el haijin se coloca como testigo de hechos cotidianos que parecen no tener relevancia alguna. Pues es a partir de allí que construye sus haiku, guiado por un amor a lo que muchos de nosotros desatenderíamos y que brilla en sus creaciones. Pues de eso se trata, de extraer el máximo de aquellas experiencias que, por ser tan habituales, permanecen mudas a fuerza de ser ignoradas. Y para dar cuenta de ellas, Tenzing presenta sus haiku de un modo extremadamente sencillo en su formulación. Mas esta simplicidad no es trivialidad, sino por el contrario claridad de mente y expresión, pues en ellos se encuentra una profunda filosofía del mundo, del hombre y de la vida.
Uno de sus haiku -en dos líneas- dice así:
nothing much, this seashell
but once it was someone's home
concha marina, poca cosa
mas una vez fue casa de un ser
¿Acaso no es ésta una forma de ver un caparazón marino, no como un objeto inerte, sino como un recordatorio de la vida que la habitaba? ¿Acaso no eleva a la categoría de lo trascendente lo que hoy y ahora nos impresiona como algo insignificante? ¿Acaso no es ir más allá de la primera impresión que el caparazón causa, para encontrar un sentido profundo y complejo y lograr expresarlo con llaneza y austeridad? Es más, Tenzing siempre se coloca como un observador que está inmerso en el acontecimiento y no separado de él. No hay distancia entre el poeta y lo que describe, ya que se vuelve parte de un todo más amplio, donde el ser humano jamás es un extraño al mundo que lo rodea, sino por el contrario, un integrante como los otros sin por ello renunciar a la posibilidad de dar un testimonio único de su experiencia. Así, escribe:
March winds -
the butterfly and I
struggle on
vientos de marzo
la mariposa y yo
bregando en contra
En él, un acontecimiento fortuito y simple como la compañía de una mariposa da lugar a algo más complejo: una comunidad de metas frente al obstáculo que impone el viento. Ser humano y mariposa coinciden momentáneamente, para recordarnos la indiscutible fraternidad que subyace a todos los fenómenos vivos.
De este modo, encontramos en su obra un gran amor a la vida en todas sus manifestaciones. Es más, en el combate con la muerte, Tenzing parece sugerir que aquella siempre sale triunfante. En sus haiku escritos en Grecia:
Kazantzakis's tomb -
a butterfly warms itself
on the headstone
tumba de Kazantzakis:
la mariposa se calienta
sobre la lápida
Y su gemelo:
Kazantzakis's tomb -
a yellow flower blooms
from a deep crack
tumba de Kazantzakis:
nace una flor amarilla
desde una grieta
El haijin no sólo observa a la mariposa y a la flor en la tumba, sino también parece insinuar que ellas simbolizan el alma del poeta griego, por siempre vivo en su memoria. No en vano en su estancia en Grecia, su libro de cabecera fue el poema épico de Kazantzakis: La Odisea, que es también el leit-motiv de la vida de Tenzing, pues para él ésta es también una odisea, algo a descubrir momento a momento, en fin, un viaje lleno de posibilidades que a nosotros nos toca emprender. Pero no debemos sorprendernos al comprobar que la profunda reflexión que aparece -muchas veces encubierta- en sus haiku, no les agrega sofisticación ni pesantez alguna. Pues en muchos de ellos descubrimos un gran regocijo, en el que no falta un humor ingenioso y sereno, pero vivaz. Por ejemplo:
the beggar
holding out his hand
this too is work
el mendigo
sosteniendo su mano
también trabaja
O este:
summer evening
the palm tree and the moon
are tipsy too!
noche de estío
también algo beodas
palmera y luna
En el primero no hay un despectivo sentimiento de lástima, sino por el contrario una reivindicación sutil del mendigo, expresada en forma tan sencilla y amena que logra sorprendernos. En el segundo la imagen es toda alegría, pues despierta una leve sonrisa cómplice con el ingenio que el poeta demuestra.
Ciertamente hay soledad en los haiku de Tenzing, pero jamás separatividad. Cruza la vida acompañado por un sinfín de amigos y semejantes: el mosquito, la mariposa, el sapo, el grillo, la palmera, la luna, la flor... Hay algo aquí que lo asemeja a Issa, en su pasión por todas las criaturas con las que le toca en suerte compartir su camino. De este modo, Tenzing recrea una conmovedora compasión para con todas ellas, aun las más pequeñas y que nosotros habitualmente tenemos en poca estima, en particular las más humildes, como aclara en uno de sus tanka. De allí que sus haiku surjan de un íntimo contacto y no de alguna suerte de labor mental. No es poeta de escritorio, es poeta de la vida y con la vida en toda su riqueza.
Y en toda su obra triunfa la mirada llena de nobleza que va más allá de las apariencias. Como en este haiku:
nothing is perfect
but I smile selecting
the bruised apple
nada es perfecto
mas sonrío al escoger
la manzana magullada
Ama lo que ve y ve lo que ama y es recompensado por ello con una inspiración inhabitual que sorprende.
chicken yard
the rooster all puffed up
over something
corral de gallinas
el gallo está enojado
a causa de algo
Pues siempre está atento al entorno, siempre en comunicación, siempre fraterno:
seaside taverna
one scrap to the cat
he's yours for the whole meal
chiringuito
una migaja al gato
ya es tuyo toda la comida
A Tenzing no lo cautiva el "pensar sobre", sino la sorprendente diversidad de los hechos cotidianos en cuanto a las vivencias que originan. En sus haiku, la belleza y la verdad no surgen de un logro intelectual, sino que provienen de su amor por el encuentro entre el hombre y el mundo, en particular de aquellas experiencias que son a la vez íntimas y muchas veces solitarias. Y es su mérito mostrarnos que hay algo más allá de lo humano, que está vibrando continuamente y que desatendemos, desconociendo que allí se encuentra la verdadera vía liberadora. Pues como todo budista sabe que la mente es fuente de ilusión y error, pero que también puede ser la llave hacia la iluminación. Ya que Karma Tenzing Wangchuk en sus haiku, con elegancia y sencillez, ha elegido la última posibilidad, invitándonos a reflexionar sobre la compleja simplicidad de la vida cotidiana.
Carlos Fleitas